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Daniela Marzi: “Las malas relaciones laborales pueden causar mucho daño en una institución”

por:  La Segunda
miércoles, 17 de julio de 2024
"Se barajaron propuestas que planteaban la eliminación del Tribunal Constitucional del diseño institucional... La institución sobrellevó dicha discusión sin alterar el normal desarrollo de sus funciones constitucionales y con gran vocación de servicio.  En todo momento, el Pleno de Ministros/as del Tribunal Constitucional preservó su cohesión y guardó lealtad al compromiso republicano que preconfigura su existencia”, dijo en su discurso Daniela Marzi, la nueva presidenta del Tribunal Constitucional, el 12 de julio pasado. 

Abogada de 44 años —la ministra más joven en asumir el cargo—, es magíster en Derecho del Trabajo por la Universidad de Bolonia, doctora en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y fue por años profesora de Derecho del Trabajo en la U. de Valparaíso.
Por primera vez en su historia, este 2024 el Tribunal está compuesto por mayoría mujeres, con seis de sus diez integrantes.

—En 2022, fue nombrada por el Presidente Gabriel Boric, como ministra del Tribunal Constitucional, junto a Nancy Yáñez, quien acaba de dejar la presidencia. ¿Cómo ha sido este tiempo en el TC? 
—No tengo claro si ha sido rápido o lento, porque han ocurrido muchas cosas en estos dos años. Tanto Nancy como yo veníamos muy de la academia, e incorporarse a una institución nueva siempre es difícil. Estábamos con procesos constitucionales, estaba la duda de si continuaba el tribunal y en el segundo, con qué diseño continuaba. Esa duda es muy compleja para la gente que trabaja acá. Hay funcionarios que han hecho su vida en el tribunal. 

—El TC estuvo en tela de juicio en ambos procesos, ¿cómo lo vivieron desde dentro y cómo se reconfiguran después de esas dudas? 
—Acá hay mucho trabajo, muy frecuentemente temas que son muy relevantes y que requieren rápida resolución. Entonces, yo diría que no existe un momento en el que hayamos tenido una tremenda reflexión con respecto a lo que vivimos. Sí, durante el segundo proceso, cuando se hablaba de varios cambios, teníamos un horizonte en el que íbamos a estar sometidos a mucha presión para responder a todo eso. Cuando no se produce, obviamente, nos dio una tranquilidad.

—Usted es la presidenta más joven que ha tenido el TC, ¿Significa una mirada distinta?
—Es bonito como hito, para mi familia, los amigos, pero no diría que implica una mirada distinta. Yo he estado en otras instituciones mucho más numerosas, muy jerárquicas. Es decir, tampoco me siento tan joven (risas). Uno podría pensar que este cargo debiera llegar en la culminación de una carrera, pero eso no es tan así ahora. En estos tiempos se ha dado un espacio para que los más jóvenes lleguen a estos puestos. Esto no había ocurrido en décadas anteriores, pero tiene este elemento medio fortuito. 

—Se dice que su nombramiento es un respaldo a la buena labor de la ministra Yáñez. Se habla del buen momento que pasa el TC en términos de ambiente, de respeto. 
—Sí. Yo también lo interpreto como la aprobación a un tipo de gestión que se hizo en que se cuidó mucho la restauración de las relaciones dentro del tribunal. Ella puso un énfasis importante también en crear procedimientos que sean públicos, objetivos, crear mayor densidad institucional. Que para un órgano tan autónomo como este es un esfuerzo que se tiene que proponer, porque se puede funcionar de otra manera, pero siempre es complejo. Mientras más formalidad y publicidad en la toma de decisiones, más se entiende y contribuye al ambiente laboral. 

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—Antes de su llegada, hubo denuncias de maltrato laboral hacia la expresidenta del TC, María Luisa Brahm, que además tenía roces con el expresidente Aróstica. 
—Eso no lo vivimos. No he estado con ninguno de los dos en un mismo espacio. Ahora, sí eso tenía repercusiones y es lo que se intenta dejar atrás, sobre todo esa lógica de que se estaba con uno o con el otro. Había que dar garantías de que no es la manera de funcionar.
Es una especie de pugna constante, muy complejo trabajar así.

—La ministra Yáñez advirtió tempranamente que no estaban vinculadas a ningún partido político. Sin embargo, se dice que ustedes tienen una “sensibilidad de izquierda”. ¿Cómo se manejan esos equilibrios? 
—Un perfil es haber militado en un partido; adicionalmente, tú puedes haber vivido de la política. Y ninguna de esas dos cosas las hemos hecho en nuestra trayectoria. Si revisa los artículos en la especialidad; en el caso de ella, Derechos Humanos; en el mío, Derecho del Trabajo; existe la pretensión de tener un pensamiento crítico que se asocia más al progresismo. Eso podría tener que ver con eso. También con las opciones que uno ha tomado al votar. Es una cercanía a un pensamiento político, pero es muy distinto a ser político, a militar, a poder ser llamada al orden. 

—Al parecer, usted tiene muy buena relación también con los ministros de derecha. 
—Sí, las relaciones son buenas con ellos. Son muy cordiales, porque trabajamos juntos cada mañana. Hay espacios de conversación, de tomar café, conoces sus problemas familiares, sus intereses, nos vemos en otra dimensión humana. A veces, comentamos actualidad. Es muy agradable. 

—¿Cuáles son las principales urgencias para usted y los desafíos de este tribunal? 
—El buen clima laboral es algo que debemos trabajar por mantener. Es un esfuerzo. No es que tenemos mejores relaciones ahora y nos desentendemos. El aprendizaje de todo esto es que malas relaciones laborales pueden causar mucho daño en una institución. Por más que las instituciones no son las personas, pero en el día a día las personas somos lo más importante de la institución. Todos podemos obstruirnos el trabajo, todos nos podemos hacer la vida imposible y entonces uno sabe que venir a trabajar se vuelve desagradable. Uno se puede enfermar por esto, es un daño grande que se padece.

 Indultos: “Tampoco lo vivimos de manera tan compleja” 

La ministra señala que si hay algo que la ha marcado en este tiempo, fue el deceso del ministro Rodrigo Pica, en junio de 2023. “Habíamos estado trabajando toda la mañana juntos, justo antes de un feriado, había muy buen ánimo, todo el mundo contento, él muy risueño. Y ese día, en la tarde, él muere. Fue muy trágico. Rodrigo tenía mi edad y también había sido papá después de los 40, entonces, fue muy duro. Más allá de todo lo que uno descubre cuando una persona muere, verlo en toda su dimensión, con todo lo que él hacía, con la gente que lo quería, lo que significaba para sus niños. Él tenía un niño de 3 años y una guagua de meses”, relata.

—¿Qué tipo de modernización requiere con más urgencia?
—El tribunal ha tenido procesos de modernización importantes. Como la tramitación electrónica o el poder litigar vía Zoom, que se produce por la pandemia y se mantuvo porque le dio acceso a todos los abogados del país. Existía una idea de que el TC era un espacio en que podían litigar ciertos estudios especializados de Santiago que conocían cómo era esta tramitación, que es bastante especializada, y ahora las cifras indican que crecientemente hay causas de todo el país. Eso es una tremenda noticia, porque si bien somos una alta magistratura, funcionamos solo en Santiago. La tecnología nos ha ayudado a tener presencia en todo el país. 

—El voto dirimente ha sido cuestionado hace años, ¿ahora podría ser el tiempo que desaparezca?
—Hay bastante consenso con respecto a eso. Una es que el presidente es uno elegido entre sus pares para la conducción del tribunal, pero que no es tan claro por qué tendría que valer por dos ministros en lo jurisdiccional. Hay buenas razones y actualmente son bastante compartidas.

—Con respecto a la paridad, tienen una inédita mayoría de mujeres. ¿Qué significa eso en términos de fallos? ¿Hay una manera distinta de funcionar? 
—No es usual en ninguno de los tribunales constitucionales del mundo, creo que hay un caso más en Latinoamérica. Como mensaje para la ciudadanía, la imagen es muy significativa, porque demuestra que las mujeres podemos estar en todas las posiciones de poder y que podemos trabajar juntas. Lo que más me gusta es que también demuestra que somos distintas y que estamos haciendo un trabajo conjunto, con todas nuestras diferencias. Venimos de distintas escuelas, tenemos distintas historias de vida, diferencias políticas en algunos casos, y estamos trabajando muy bien.

—Entre los fallos más complicados, figuran sin duda el del rechazo a los requerimientos por los indultos otorgados por el Presidente Boric. ¿Cómo lo vivieron?
—Fue un momento complejo, tenso. Nosotras llevábamos poco tiempo y uno se ve por primera vez envuelta en la principal noticia del país. Yo no estaba relajada, pero tampoco lo vivimos de manera tan compleja como se podía pensar. Los indultos, jurídicamente, no eran un tema tan complejo. Porque la Constitución no tiene ningún límite que uno pueda identificar con respecto a estas facultades. En ese sentido, era un problema mucho más simple de lo que se pudiera pensar. 

“Yo no he vivido nunca un periodo bullante de Valparaíso”


Apenas Marzi fue nombrada como ministra, anunció que no dejaría su casa en el cerro Florida en Valparaíso, donde ha vivido toda su vida, porque su hijo tenía recién 6 meses y venía saliendo de su postnatal. Tampoco lo va a hacer ahora. 

“Voy a estar más acá en Santiago, evidentemente, porque tengo una agenda muy distinta, pero mi casa va a seguir estando allá. Mi hijo, que tiene 2 años y 9 meses, está muy bien allá, donde está mi familia. Yo ya tengo internalizado hacer este viaje varias veces a la semana, Valparaíso no está tan lejos. Muchas funcionarias del tribunal se levantan a la misma hora que yo, por los tacos, con las dificultades que tienen acá en Santiago. Si uno tiene una red de apoyo, es lo mejor que te puede pasar. La señora que cuida a mi hijo, lo adora. Instalarme yo con una casa sola acá, con mi hijo chico, era la peor opción para mí”. 

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—¿Le gusta la ciudad que Valparaíso es hoy? ¿Cómo la ve usted? 

—Yo me siento muy feliz en Valparaíso. Yo no manejo, camino mucho por la ciudad. Me gusta acordarme de cosas, todo me resulta familiar. Yo no he vivido nunca un periodo bullante de Valparaíso; creo que hay una tendencia a romantizar lo de antes. El domingo fui a tomar helado con mi hijo y la Plaza Victoria estaba llena de gente, de niños; hay actividades culturales. Hay una cierta idea, de elite, de creer que si uno no está ahí, no está pasando nada. 

—Aunque la delincuencia sí ha golpeado la ciudad… 
—Como en todo Chile. Valparaíso ha tenido una recuperación quizás más difícil después del estallido social, pero la delincuencia no está radicada ahí. Yo no camino con inseguridad. Acá en Santiago, que me encanta este barrio en el centro cívico, tampoco ando con miedo. Creo que en la medida en que la gente abandona las ciudades, se agudiza el problema de seguridad.

—Entre sus pasatiempos, supe que disfruta de la música y los conciertos. 
—Me gusta la música, el rock. Claro que ya descarté ir a conciertos en la semana, pero me encantan, porque después de un concierto uno queda en una disposición distinta. Hace un par de semanas fui a ver a Carlos Cabezas junto a una de las exintegrantes de “lastesis”, en la excárcel de Valparaíso. Fue súper emocionante. 

—Tiene un pasado importante en la radio, que dejó solo cuando entró en el Tribunal Constitucional. 
—Hice mucha radio, desde el 2014. En Radio Ritoque, “En la medida de lo posible”, un programa de análisis político donde fui panelista ocho años, que me fue muy valioso para observar ciertos escenarios de la política. Y en la radio Valentín Letelier tuve otro de análisis político y uno de música, “Tocadiscos”. Me encantaba. Quizás lo que más me quitó el tribunal fue la radio, porque lo pasaba súper bien. Siempre pensé que debía haberme ganado un premio por el programa “Ciudad Fantasma”, sobre locales de la bohemia porteña que ya desaparecieron. Ahí tuvimos a Lucy Oporto, la descubrimos antes. El vínculo con la gente que escucha radio es mágico. Una vez fui a una librería y me hicieron una rebaja porque el vendedor escuchaba el programa. Fue mi momento más glamoroso (risas) y nunca más me ha vuelto a pasar.

—¿Y su banda favorita?
—Me gusta mucho Sumo. Una vez le escribí por Instagram a Roberto Pettinato, que debe haber estado igual de aburrido que nosotros en pandemia, y conseguimos una entrevista por zoom. Se puso una máscara de paquete de cabritas rosado y tuvimos una conversación muy interesante, su papá había sido abogado, muy importante en el derecho penitenciario. Habló del grupo, de cárceles, de todo. Y yo, me di el gustazo. 
 






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