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Carlos Serrano: “Bielsa no sabe contener sus emociones”

por:  La Segunda
martes, 30 de julio de 2024
“No es un libro de fútbol; es un retrato coral de una época, muy compenetrado con la idiosincrasia chilena”, me comenta una colega antes de esta entrevista. Y no le falta razón.

«Bielsa: los años chilenos» (Planeta, 2024), la investigación realizada por el periodista español Carlos Serrano, ofrece un retrato pormenorizado del entrenador argentino —quien en la última Copa América de Estados Unidos sumó otra polémica al criticar duramente a la organización del torneo y a la prensa—; da cuenta de nuestra obsesión por su figura a través de 28 entrevistas y además explora el contexto sociocultural y político chileno entre 2007 y 2011, iluminando nuestra identidad nacional. 

“Mi sensación es que la parte deportiva está bastante trillada”, confiesa Serrano, mientras toma una Coca Cola en un café del centro de Santiago. El andaluz, que también trabajó en medios de comunicación en España y Estados Unidos, explica que las preguntas que lo llevaron a escribir el libro respondieron al enigma que generó en Chile la partida de Bielsa. “¿Quién era él? ¿Y por qué causó ese efecto en los chilenos?”.

“No sabe manejarse bien en público”

—El periodista Danilo Díaz dice que Bielsa no solo trabajó, sino que vivió en Chile. ¿Qué impacto tuvo su vida en Pinto Durán y en su relación con el país?
—Me parece que esa es una de las columnas vertebrales del libro, que si bien no aspira a explicar al 100% ese romance de Bielsa con Chile, da claves para entender por qué aquí se lo recuerda con tanto cariño. La gente sintió que él era parte del paisaje. Vino a quedarse, a estar con la gente y se paseaba por la feria en bicicleta. La gente no lo vio como un tipo que se iba a encastillar en una mansión en el barrio alto, sino que era un tipo que quería vivir el día a día con el chileno y por eso tuvo una recepción maravillosa en la gente.

—Bielsa parece ser medio paranoico. ¿Tuviste que superar el código de silencio que le exige a sus cercanos?
—Bueno, hubo de todo. Desde el que me cerró la puerta en las narices, al que me costó un año y medio convencerlo, hasta el que me dijo al día siguiente que sí. Pero yo notaba que aunque te dijeran que sí, para ellos era un problema. Medían las palabras. Bielsa era una persona complicada. Claramente la gente quiere acercarse a él. No es que él busque a la gente. Entonces pone unas reglas para defender su privacidad. Bielsa quedó muy dolido después del Mundial de 2002.

—¿Después de la eliminación con Argentina en ese mundial, cómo cambió la relación que tenía con la prensa?
—Le dieron duro y él quedó resentido. Porque antes daba entrevistas en la prensa, en la televisión. Era más flexible. Pero luego empieza a desconfiar de todo lo que le rodea. Entonces él necesita una guardia pretoriana para expresarse sin tener que medir las palabras. Y a muchas personas les dice que entrar en este mundo significa silencio total y otras lo entienden tácitamente. Él reconoce que pone a prueba a la gente, a ver si le traicionan o si están con él por interés o realmente es una amistad. 

{CITA Creo que Bielsa no entiende del todo [al periodismo] y no respeta a la persona que tiene delante porque siempre lo ve como un enemigo”; }

—Luis Vera, el director de cine, cuenta que Bielsa en las conversaciones siempre dice que es ignorante. ¿Es falsa humildad? 
—Cuando le dicen sus frases, dice: “no, no son frases mías, yo las he leído en algún lado, se las ha copiado alguien”. Él adopta esa posición de “enséñeme, cuénteme, que yo no entiendo nada”. Es una táctica extraña. En sus conversaciones con directores de cine dice: “no, yo simplemente estoy aquí con gente que va a patear una pelota, no tengo ningún mérito”. Siempre se quita importancia, pero cómo vimos en el estallido en la Copa América, claramente tiene muchas ideas y posiciones en muchos asuntos. Lo que pasa es que, como se vio el otro día, él no sabe manejarse bien en público, no sabe contener sus emociones. Prefiere no pisar determinados charcos porque no sabe controlarse. 

—¿Su modestia es pose?
—El único momento de autoridad que tiene es cuando habla de fútbol. Le puedes preguntar de cualquier jugador, de cualquier equipo, de cualquier sistema, y ahí sí hay una vocación de autoridad porque no permite que otra persona le lleve la contraria. Pero en el resto de las cosas de la vida, juega a esa cosa de: “No sé nada; no tengo ninguna importancia”. Como si no fuera consciente del peso que tiene como seleccionador de un país. O el peso que tuvo aquí, casi enfrentado a un presidente de gobierno. Es una posición extraña. Porque él tiene que ser consciente de lo que genera en su entorno, aunque solo sea porque ha estado años en este negocio y en varios países. 

“Bielsa cree que nosotros vamos a joderle, a fastidiarle”

—Bielsa proviene de una familia de abogados y lleva el discurso en la sangre. Cada rueda de prensa suya es un calvario. ¿Cuál es la relación que tiene con el lenguaje?
—Él tiene una relación tortuosa con las palabras. El concepto tiene que ser exacto, claro, prístino, y no dar lugar a ninguna interpretación. Eso lo lleva a tener una relación curiosa con los futbolistas, que muchas veces vienen de estratos bajos, que no han tenido acceso a la educación y determinadas palabras les cuestan. Entonces él se rompe la cabeza para transmitir ese concepto exacto que quiere. Y la segunda parte es la relación tortuosa que tiene con la prensa. Él considera que nosotros tergiversamos palabras, discursos, que los titulares no recogen toda la esencia. Piensa que tenemos una agenda detrás, que deformamos, intoxicamos. Yo creo que él está en las ruedas de prensa porque lo obligan. 

—Pero en una entrevista, por espacio, no cabe todo. Bielsa debería entender las reglas del juego.
—Nosotros dentro del periodismo lo vemos claro. Un titular es una cosa que, por fuerza, resume muchas cosas. Tienes la frase exacta, el concepto. Y el periodismo también es un negocio. O sea, si tú no vendes periódicos el medio va a cerrar. Con lo cual es normal que intentemos buscar un enfoque rompedor, que es lo que él identifica con polémica inventada. Es difícil esa convivencia con él porque creo que no entiende del todo y no respeta a la persona que tiene delante porque siempre lo ve como un enemigo. Él lo dijo en una conferencia de fútbol que hubo en Brasil, con [Luiz Felipe] Scolari: “El periodista es mi enemigo”. Cree que nosotros vamos a joderle, a fastidiarle.
 

—El trabajó varios años con Julio Grondona y no dijo nada. Con el FIFA Gate se corroboró que Grondona manejaba las coimas y el poder de la Conmebol. ¿Cuál es tu opinión sobre las críticas de Bielsa al periodismo durante la Copa América?
—Haber trabajado con Grondona sin problemas y sin quejarse nunca, hace muy difícil sostener ese tipo de discurso. Grondona es como el epítome de este tipo de prácticas fraudulentas. Su discurso [el de Bielsa] contra parte del estamento futbolístico es raro porque él tiene un sueldo acorde al mercado [4 millones de dólares]. Yo no lo critico. Pero él está en un mercado que mueve cifras de dineros exorbitantes y parece que eso no es ningún problema. Pero sí las actuaciones de representantes o de sponsors.

{CITA Si el fútbol fuera como él dice que debería ser, no podría soñar con el tipo de contratos que tiene en sus equipos”; }

—Bielsa salió a defender la mala conducta de sus jugadores —que golpearon a hinchas rivales— cambiando de tema. Cito: “El periodismo responde a intereses y responde a lo que le conviene, al poder. Hay una porción del periodismo ecuánime y otra porción, comprada, que responde a los intereses de lo que el poder provoca”. ¿Bielsa es un demagogo?
—Es un tipo de discurso que a mí me suena muy antiguo. Los medios manipuladores, el fútbol del pueblo. Son grandes eslóganes que me parecen bastante vacíos. Me cuesta defender ese tipo de posiciones. Primero, porque provocan una enemistad gratuita con la prensa. Y segundo, es una especie de añoranza, de nostalgia, de un fútbol que ya fue y que probablemente no volverá. Además él, curiosamente, es un grandísimo consumidor de prensa deportiva. Y tiene amigos periodistas deportivos. 

—También hablo del fútbol popular y criticó que los jugadores sudamericanos se tengan que ir a jugar a Europa.
—Esa es una bandera suya que me suena como que se quedó en otra época. En este fútbol hipermasificado, moderno, hablar del espectáculo del pueblo es complicado. Para empezar, si el fútbol fuera como él dice que debería ser, no podría soñar con ese tipo de contratos que tiene en sus equipos. Cuando estuvo en el Leeds no tuvo problema con que el presidente italiano gastara millones en fichajes. 

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“Bielsa es como una camiseta del Che”

—Bielsa le quitó el saludo a Piñera en La Moneda después del Mundial de Sudáfrica. ¿Cómo interpretas esa situación?
—Él estaba en un escenario que no quería estar. Él pensaba que no había nada que celebrar porque no se había ganado nada. Segundo, él tenía una antipatía personal con el personaje de turno, que era el Presidente Piñera. Al final fue una reacción primaria. Porque él ya había decidido ir, pasar por ahí y estar un momento. Pero cuando iba a saludar, como que el cuerpo le dijo que no. De hecho me cuentan que, en el trayecto hacia La Moneda, le habían hecho hincapié en que se comportara. Que pasara este mal trago aunque no quisiera estar ahí porque era un representante del fútbol chileno. Bueno, delante de las cámaras, ocurrió lo que ocurrió. Y luego se intentó defender diciendo que cuando te invitan, tú tienes que tener la libertad de poder decir que no. Y a él no le habían dado esa libertad. 

—Él lo tomó como una encerrona.
—Él odia sentirse utilizado. Y de alguna manera, pensaba que era algo propagandístico para Piñera. 

—Durante la Convención Constitucional se usó la imagen de Bielsa para la campaña del Apruebo. ¿Por qué crees que la generación que nos gobierna utilizó a Bielsa como un ícono de sus demandas?
—Con el gesto de La Moneda, yo creo que se convirtió en una especie de contrapoder silente porque tampoco hay declaraciones en las que él diga cosas abiertamente contrarias a Piñera. Nosotros sabemos que, si se le puede enclavar en algo, sería en una especie de izquierda social cristiana y que tiene una conexión especial con Bachelet. Creo que su imagen fue percibida como una especie de contrapoder tranquilo, simplemente por su manera de comportarse. Cuando Piñera está en Pinto Durán, (Bielsa) le saluda con un escorzo raro, y luego le evita y se va a la otra punta. Entonces, hubo varias instancias en que la gente intentó poner su imagen en cualquier movimiento social contra la derecha. Buscando una entrevista vi que a Boric, antes de que fuera elegido Presidente, se le preguntó: ¿con qué persona te gustaría pasar un rato? Marcelo Bielsa, (dijo). Permeó muchísimo en esa generación. 

—Hay artículo de 2017 en «El Desconcierto» que dice lo siguiente: “Tal como cuando Bielsa se hizo cargo de la selección, los estudiantes no buscaban una reforma sino que una revolución (…) El 2011 no se consiguió nada, pero sentó las bases para lo que vendría después. Un ejemplo de esto es Revolución Democrática que en su fundación declara como uno de sus principios la vocación de poder”. 
—Eso es parte de lo que me sedujo, esa sensación de que había un Bielsa para todo. Era como una camiseta del Che. Un icono pop. Me encantó esa historia de cómo fascinó por igual a gente poderosa y a la gente del pueblo, a los jóvenes y a las mujeres. Su transversalidad es innegable. ¿Cómo un tipo que conduce a 11 personas en un terreno de juego consiguió que todo esto se desbordara y permeara tanto a una sociedad durante tanto tiempo?

—¿Qué opinas de la instrumentalización política de su figura?
—Está la persona que tiene el librito de frases de Bielsa en la mesita de noche para cuando tiene momentos de zozobra y le sirve casi como una Biblia. Está el ejemplo de esta persona que da clases de coaching y que antes ponía como ejemplo a Gandhi, pero cuando vio el efecto de Bielsa empezó a utilizarlo. Estos son los aspectos que a mí me volvían loco, de cómo podía meterse tanto en el tuétano de la gente.

—¿Y este libro te ayudó a entender un poco este país? 
—Este país no lo he entendido. 

—¿Pero te dio alguna clave?
—Bueno, no sé. El hecho de que, para mucha gente, el que les abriera los ojos sea un argentino, una persona que viene del otro lado de la cordillera, revela esa relación entre Chile y Argentina tan curiosa, tan divertida, en la que se mezclan la envidia, el agravio, el amor. 

—De alguna forma es nuestro San Martín en el fútbol, el que nos liberó.
—Efectivamente.


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