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Milagros Schmoll: “No sabemos si Milei será para mejor o peor”

por:  La Segunda
jueves, 22 de agosto de 2024
“La Decadencia de Argentina” es una de las 13 obras que forman parte de la exposición “La pintura como lugar”, actualmente exhibida en Aninat Galería. La autora de esta pieza es Milagros Schmoll, una artista argentina de 35 años reconocida a nivel mundial por su destacada trayectoria como modelo.

Schmoll, quien también es diseñadora y actriz, se formó en la prestigiosa Central Saint Martins de Londres. Ella describe la obra como un reflejo del contraste entre la época dorada de Argentina y la realidad actual del país. “Refleja lo que fue Argentina en su momento, representado por el dorado y lo que es hoy, la realidad que vivimos. Es un tema recurrente en las obras de los últimos 20 años: esa condición casi eterna en la cultura argentina de hablar de un pasado glorioso, pero siempre con la sensación de estar a punto de alcanzar algo que nunca llega, como en el tango”.

Descubierta como modelo a los 14 años mientras caminaba por las calles de Recoleta, en Buenos Aires, Milagros pronto se convirtió en una figura destacada de la moda internacional. Séptima de diez hermanos, se mudó a París a los 16 años, donde comenzó a desfilar para grandes casas de moda como Hermès. Desde entonces, ha sido una presencia habitual en las semanas de la moda de Nueva York, París, Milán y Londres.

Durante su reciente visita a Santiago, la protagonista de la campaña mundial del perfume Classique de Jean Paul Gaultier y quien apareció en el documental “The September Issue” sobre la editora de Vogue, Anna Wintour, compartió su visión sobre el arte, la política y la cultura argentina.

“El arte, al final, provoca amor y odio”

—¿Cuándo comenzaste a pintar?
—Pinto desde que era niña. Poco a poco, me di cuenta de que quería estudiar arte más seriamente. Tuve la suerte de tener como profesor a Omar Mandolini, un gran artista que me enseñó a trabajar con óleo. Provengo de una familia conservadora, donde el arte no era algo considerado como una carrera, sino más bien como un hobby. 

—Empezaste tu carrera como modelo a los 16. Llevas 20 años en el mundo de la moda, pero también eres diseñadora, autora de un blog de moda y actriz de cine. ¿Cómo confluyen esas expresiones en tu trabajo?
—Hoy los grandes diseñadores se inspiran mucho en artistas para sus colecciones. Mi formación cultural se ha nutrido de mi relación con grandes diseñadores, muchos de ellos artistas también, y de mi constante exposición al arte en galerías y museos, especialmente en París. Allí, el arte es parte de la vida diaria, a diferencia de Sudamérica. En París, la mentalidad es más abierta y se valora la interconexión entre distintas formas de expresión artística. 

{CITA El mundo del modelaje es mucho más cruel que el del arte, porque a una se la juzga por el cuerpo, por la belleza, y eso es subjetivo”; }

—Tu primera exposición en Chile se llama “La pintura como lugar”, un homenaje a Monet. ¿Por qué Monet?
—Es un artista que siempre me fascinó. Pasaba horas contemplando sus obras en los museos de París, atraída por la representación de la naturaleza y la belleza. Aunque crecí en grandes ciudades como Buenos Aires, la naturaleza que pinto proviene de mi imaginación y mi deseo por lo puro. En un mundo moderno y conectado, yo, a través de mi pintura, encuentro un refugio.

—¿Cómo manejas las críticas del mundo de las artes visuales? 
—Creo que el mundo del modelaje es mucho más cruel, porque a una se la juzga por el cuerpo, por la belleza, y eso es subjetivo: ¿por qué yo sí y otra no?, ¿quién decide quién es bello y quién no? Es un entorno difícil, y muchas mujeres enfrentan críticas duras. Yo lo he manejado bastante bien. En cuanto al arte, lo veo como algo personal y subjetivo. Soy una persona por un lado, y mi arte es mi trabajo. Nos diferenciamos. Mi arte es abstracto y su significado depende de la interpretación de quien lo observa. 

—El año pasado activistas contra el cambio climático mancharon con pintura roja una obra de Monet en Estocolmo. ¿Qué opinas de ese tipo de acciones?
—Es un shock porque, aunque uno pueda estar enojado, lo que esas personas hicieron es una crueldad hacia quienes aman el arte y lo que esa obra representa. Es algo irreemplazable, y aunque se pueda reparar, el acto en sí es mucho más violento que cualquier ideología. Hoy estábamos hablando justamente de eso con Isabel (Aninat). El arte, al final, provoca amor y odio, despierta pasiones intensas. Siempre hemos querido dejar una marca, un testimonio de nuestra existencia. Es una forma de decir “esto soy yo” para que quede algo de nosotros cuando ya no estemos. El arte nos da esa libertad de expresión. Pero, por otro lado, también genera emociones como las que llevan a alguien a destruir o dañar una obra de arte.  

—¿Cuál es tu visión sobre el arte y la corrección política?
—Es un tema complejo. Hablábamos de lo que ha sucedido con las obras de Monet, y veo estos actos como movimientos que, en mi opinión, no tienen la fuerza suficiente para resolver problemas como el cambio climático, el hambre o la guerra. Entiendo el deseo detrás de estos movimientos de protestar y militar por algo a través del arte, y cada uno tiene el derecho de expresar lo que siente y de decidir a quién quiere llegar. Pero no creo que los artistas estén obligados a ajustarse a parámetros específicos.

“Los argentinos estamos un poco escépticos”

—¿Qué diferencia hay entre exponer tu cuerpo y exponer tu pintura?
—Bueno, siempre sentí un poco de timidez al respecto, y creo que por eso tardé tanto en compartir mi arte, porque era algo muy personal. Tengo 35 años, y hasta hace poco vendía algunas piezas en privado. Me costó, pero llegó el momento adecuado, conocí a Isabel y confié en ella. Quiero hacer esto de una manera seria con ella. Nos presentó mi marido, Darío Aguad, que colecciona arte. Me he sentido expuesta a través de mi arte, como si estuviera desnuda, porque mis pinturas reflejan algo muy íntimo, como si fueran mis hijos. Soy muy protectora de mi arte, pero al mismo tiempo, siento que he alcanzado una madurez en mi vida y en mi carrera, por eso decidí que era hora de mostrar mi trabajo.

—Una de tus pinturas se llama “La Decadencia de Argentina”. 
—Me pareció una representación muy simbólica y humana de nuestra realidad. No suelo hacer obras políticas, pero esto lo vi como algo muy realista. Vivo en Argentina, mi familia también, y quise plasmar esa dualidad en un cuadro pequeño, inspirado en Klimt, en Viena, en los palacios y el oro de las iglesias, contrastado con una realidad fría, dura y cuadrada, donde parece que estamos por llegar a algo, pero es difícil. Exponer en Chile es un honor para mí. Obviamente, me encantaría hacerlo en Argentina, pero parece que en el extranjero me desenvuelvo mejor.

{CITA  Los precios son una locura en Argentina; ir a comer a un restaurante sale más caro que en París, lo cual no tiene sentido. La gente no llega a fin de mes, los sueldos no alcanzan. Es una realidad dura”; }

—Después de haber vivido tanto tiempo en Europa y EE.UU., ¿te consideras, como decía Borges, irremediablemente argentina?
—Argentina me da un calor humano, pero no sé si he pasado suficiente tiempo allí para absorber más de su cultura. Los argentinos me parecen divertidos y creativos, con una chispa única, y algo que admiro es esa capacidad de supervivencia que hemos desarrollado, lo que nos permite adaptarnos a cualquier circunstancia.

—Hace poco Javier Milei vino a Chile. ¿Qué opinas de su gobierno?
—Estamos todos en una especie de espera, ¿no? Porque nunca se sabe qué va a pasar. Los precios son una locura; ir a comer a un restaurante sale más caro que en París, lo cual no tiene sentido. La gente no llega a fin de mes, los sueldos no alcanzan. Es una realidad dura, con una economía que siempre ha estado en crisis. No se puede culpar solo al último presidente, porque esto es una consecuencia de muchos años; es algo que nunca hemos logrado superar como país. Creo que todos los argentinos estamos un poco escépticos, esperando a ver qué va a pasar. La sociedad votó por un cambio, quizás porque ya estaba agotada, por falta de opciones. Creo que fue un cansancio radical, una especie de reset, pensando que nada de lo anterior funcionó, así que tal vez esta nueva opción, aunque incierta, sea un cambio necesario. No sabemos si este cambio será para mejor o peor, pero estaba claro que la decadencia había tocado fondo y que el cambio debía ser drástico. Ahora estamos en un proceso de adaptación, que llevará tiempo.

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—¿Votaste por Milei? ¿Compartes las críticas que ha hecho el mundo artístico argentino a su gestión? 
—Yo no voté, pero se ha criticado bastante al gobierno de Milei por recortar fondos a la cultura. El problema surge cuando la política interfiere en las artes, especialmente en un contexto donde hay poco presupuesto para apoyar a los artistas. En Europa, las oportunidades son diferentes; tenés becas, podés estudiar. Recuerdo que estudié francés en la Sorbona y era algo accesible, incluso para mí, siendo una niña de 17 o 18 años. Tenía posibilidades que en Argentina son limitadas. En Argentina, las galerías y las instituciones culturales no cuentan con el presupuesto necesario para apoyar a los artistas, lo que requiere de una visión y una inversión que, lamentablemente, en nuestro país cuesta mucho lograr.  

—Alberto Fernández está acusado de golpear a su exmujer. ¿Qué opinas del caso?
—Lo que le pasó a esta señora, en particular, es un horror. Toda esta connotación política tiene que ver con ser la primera dama. Pero son cosas que pasan todo el tiempo. No sé si es solo la mujer la que sufre, porque a los hombres también les pasa. He escuchado relatos de separaciones llenas de odio. Es cierto que a la mujer se le ha otorgado la posibilidad de ser escuchada, pero hay tantos casos y ocurren tantas cosas que me es difícil dar una opinión definitiva sobre un tema tan específico. 

—Fernández era defensor del movimiento feminista.
—Me es difícil dar un statement. Como argentinos seguimos a la espera. Y bueno, a veces por más que uno diga: “tengo este ideal”, ese ideal también se puede dar vuelta y cambiar. Entonces no me sorprende tanto, porque es un péndulo.
 
—¿Crees en la presunción de inocencia? 
—Obviamente creo en la presunción de inocencia para todas las personas, independiente del sexo, la religión, la condición social o la ideología política. Somos todos iguales ante la ley y se presume inocencia hasta que se demuestre lo contrario. Dicho esto, las mujeres durante años han sido sometidas, oprimidas, descalificadas y no escuchadas por la ley y tienen todo el derecho de hacer sus denuncias cuando lo consideren o se sientan seguras de hacerlo.

—Tú sufriste violencia de género en Francia y denunciaste una agresión. 
—Eso fue un episodio que yo tuve en París con un taxista. Fue muy violento. Me dijo que se le había muerto la mamá y estaba fuera de sí. Fue algo callejero. Son contextos completamente distintos.

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